sábado, 10 de enero de 2015

Lo que siente el corazón no lo entiende la razón


Muchas veces nos llama la atención la actitud que otras personas tienen con nosotros, cómo reaccionan.

También cuando estamos mediando, nos sorprende que las personas reaccionen emocionalmente, hablando de cuestiones que, en principio nos parecen insignificantes, pero que sin duda tienen un gran valor para ellos.

Por eso es difícil llegar a acuerdos respecto a determinados puntos, dónde el valor emocional que estamos dando a las cosas o a los acontecimientos, son mucho mayores que los valores económicos o materiales.

Sin duda, para un mediador lo más difícil es saber controlar las emociones de los otros, ya sea por su desmesura, por la sorpresa que nos generan o porque está dificultando que de una forma rápida estemos encontrando la solución.

Y es que el corazón no entiende de razón.

Nosotros somos seres emocionales, el 80% de nuestras reacciones obedecen a lo emocional, pero obviando todo lo anterior comentado, esperamos encontrar una lógica a todas las cosas, una razón que justifique en todo momento nuestras decisiones y nuestro comportamiento, así como el comportamiento que tengo con los otros.

La necesidad de buscar una lógica surge de la necesidad de adaptar nuestras decisiones a nuestros esquemas mentales: lo que debería de ser, lo que se espera que haga, lo que tiene que ser el mundo, cómo deben de tratarme los demás.

El corazón no entiende de lógica, por tanto en lugar de seguir lo racional, se encamina a lo emocional y aquí surgen los conflictos que tenemos con nosotros mismos y con los demás. Los esquemas mentales no encajan, es más, muchas veces son contrarios a los sentimientos y este caos nos lleva al conflicto, tratando de buscar el equilibrio desde la lógica, buscando las mil y una explicaciones posibles o echando la culpa a los demás por no ajustarse a los cánones de la racionalidad.

Si comprendemos esto, nos ayudará a entender cómo gestionar nuestras emociones y las emociones de las personas que vienen a mediar, ayudándonos a encontrar los verdaderos intereses escondidos.

Y si no nos fuera posible, darnos cuenta de la complejidad del ser humano y de su mente, todo un misterio aún son resolver.