martes, 2 de junio de 2015

La creatividad


Los niños tenemos una gran creatividad gracias a nuestra forma de imaginar.

La imaginación no tiene límites y por tanto, nuestra creatividad tampoco. Por eso los niños juegan con una percha o se divierten más con envoltorio, que con el regalo más sofisticado y caro del mercado.


Los niños no ven un sombrero, ven el elefante y la boa, ven un sinfín de aventuras dentro de ese dibujo, utilizan el pensamiento divergente.

Los adultos sólo vemos un sombrero, utilizamos el pensamiento lateral.

El problema es que no hablamos en el mismo lenguaje, y no me refiero al pensamiento concreto o abstracto, que planteaba Piaget. Porque no sólo es lenguaje, los niños hablan desde lo que sienten, hablan desde el corazón.

Hablan sin limitaciones en su cerebro, hablan desde las emociones, por eso son capaces de ver lo que los demás no ven.

Pero su creatividad, desaparece en el momento en el que les pedimos que dejen de pensar cómo niños y piensen como adultos. Cuando ya no es importante dibujar, inventar, crear, sino estudiar, trabajar, hacerse mayor. En ese momento se deja de crear y en ocasiones se deja de soñar.

El niño tiene derecho a ser niño y hay que dejarle crear, explorar todas y cada una de sus posibilidades.


Es cierto que se nos olvida que en algún momento fuimos niños y que pensábamos de otra manera, teníamos ilusiones y sueños, nuestras emociones eran positivas y nuestra energía para enfrentarnos a las cosas era ilimitada.

Pero necesitamos ser creativos para buscar soluciones a los problemas, necesitamos emocionarnos para ser capaces de ponernos en el lugar de los demás. 

Necesitamos ser creativos para tener un objetivo en la vida, algo que nos ilusione cada día y nos conduzca a aquello que nos gusta hacer.

Necesitamos tener la capacidad de salir de los problemas, de cambiar de perspectiva, de dar un giro a las cosas, desde la innovación.

Necesitamos crear en el trabajo, dibujar una boa comiéndose un elefante, pensando a veces como el niño que fuimos.

Y como mediadores que somos, necesitamos tener el recuerdo de cuando éramos niños y enfrentarnos a cada situación, como si fuera la primera vez, generando emociones positivas y utilizando la imaginación para encontrar la más ingeniosa de las soluciones.


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