Fuente: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/yomono/2015/05/23/el-orangutan-budi-un-drama-con-final.html
La historia de Budi es una de esas historias que te traspasan el alma.
Como bien explica Pablo Herreros, el animal al estar privado de cariño por la pronta separación de su madre, la desnutrición que sufre por la negligencia en su cuidado, llora cada vez que la cuidadora lo coge al brazo para ofrecerle su cariño, empatizamos con el dolor del animal.
Pero esta historia con final feliz, tiene múltiples semejanzas con los seres humanos.
Sabemos que los niños que durante su desarrollo en los primeros meses o años, han sufrido algún tipo de negligencia o maltrato, como el "síndrome de la cuna", sufren grandes daños a nivel cerebral.
El "síndrome de la cuna" se produce cuando el niño está atado de manos y piernas a la cuna o cama, para impedirle el movimiento. Está deprivación ambiental, al no poder moverse el niño no se puede estimular su cerebro, impide el desarrollo normal evolutivo, produciendo un daño cerebral, en muchas ocasiones irreversible, sumado a la falta de afecto y apego que sufren.
Durante un tiempo, los niños procedentes de Colombia y las niñas procedentes de China y Rumanía, que estaban desde corta edad en centros y habían sufrido el "síndrome de la cuna", venían a España con Retraso mental, Trastorno por déficit de atención con hiperactividad y Trastorno autista.
El afecto en un niño es fundamental para su buen desarrollo, la falta de apego, genera cambios en el cerebro y en su comportamiento, los niños son más insegurosos, miedosos, padecen mayor estrés.
Si persiste esta falta de apego durante la infancia y adolescencia, los niños tienen un autoconcepto negativo de sí mismos y una baja autoestima, incapacidad para expresar emociones positivas y negativas, las relaciones con los demás son relaciones basadas en el miedo, la desconfianza y la necesidad de aceptación de los demás, pueden ser más irritables y agresivos o con tendencia a la depresión.
A lo largo de la etapa adulta, la autoestima baja persiste al igual que la desconfianza, las relaciones están basadas en el miedo, en la necesidad de aceptación a través de la sumisión, por lo que los conflictos con la pareja son claramente evidentes y difíciles de solucionar, ya que tienen un gran fondo detrás.
En consecuencia, si queremos mediar en familia y pareja, no podemos dejar de lado cómo influye el afecto y el apego en las personas y derivar siempre que lo creamos conveniente, a los especialistas en la materia, con el fin de trabajar un apego seguro.
Pero como todo lo que somos, tiene que ver con nuestra infancia y el cariño que hemos recibido, el tipo de mensajes y el comportamiento de las personas más importantes de nuestra vida, no sólo el afecto tiene que servir en mediación de parejas o familia, sino debe de ser un factor relevante para la prevención y tratamiento del bullying y ciberbullying.
También, como trabajadores y como directivos, la forma de relacionarme con los demás está directamente relacionada con la autopercepción de mí mismo y de cómo interpreto el mundo que me rodea.
Los directivos que carecen de empatía, que son incapaces de demostrar emociones y no permiten en sus empresas la demostración de las emociones de los demás, pueden haber tenido un apego inseguro durante su infancia.
Los líderes capaces de comunicar, expresar emociones, empatizar con los demás y conseguir el respeto por parte de sus seguidores, son personas con un apego seguro.
Podemos formar a empresarios, directivos y trabajadores en herramientas que les fortalezcan y podemos entrenar su cerebro, para cambiar las estructuras cerebrales implicadas en el afecto y mediar en los casos en los que sea necesario.
Todo ello teniendo en cuenta que, como dice el Catedrático de Economía Internacional de la Universidad de Valencia "la dirección de proyectos comienza por uno mismo".
La historia de Budi nos devuelve a nuestro compromiso y responsabilidad, de nuestro legado para la Humanidad.