viernes, 26 de diciembre de 2014

Lo que nos han contado


Lo que nos han contado...

Todos nosotros tenemos en nuestra memoria algún cuento, película o dibujo animado de nuestra infancia, que recordamos con mucho cariño, pues ha formado parte de una época muy importante de nuestra vida, tan importante que se queda en nuestro recuerdo.

Pero lejos de nuestros sueños y fantasías de la niñez, algunas historias se han convertido con el paso del tiempo, en una historia muy diferente de contar. 

De pequeños nos contaron que éramos princesas y que para que llegase el beso de amor verdadero debíamos de sufrir, trabajar y esperar que el destino hiciese que un día apareciese nuestros príncipe azul.

Y es entonces, sólo entonces cuando vivíamos felices y comíamos perdices, ¿pero alguien nos contó qué pasaba desde el beso hasta comer perdices?, cuando nuestra mente no tiene respuesta alguna, se la inventa y creamos un mundo perfecto, ideal. Pero la realidad de la convivencia del día a día, dista mucho de ser perfecta, ya que ni somos princesas ni los príncipes son tales, somos personas con virtudes y defectos, haciendo frente a los distintos retos que nos pone la vida por delante.

El destino, el amor romántico y el sufrimiento asociado, ha llevado y lleva a algunas mujeres a creer: "que por amor todo vale", porque todo cuento o película tiene un final feliz.

Las imágenes en las películas o dibujos de Navidad, con esas maravillosas mesas y con toda la familia reunida en los días más felices del año, han hecho crear una irrealidad entorno a la "familia ideal" y "La Navidad ideal", que cuando no se cumplen las expectativas, el mejor árbol, el mejor pavo, el mejor regalo o la mejor familia, las cosas no son como las habíamos imaginado, ya no es Navidad.

Creer en príncipes o princesas o en Navidades perfectas, de cuento de hadas, genera malestar y conflicto entre las parejas y familias, desvirtuando el verdadero mensaje de estos cuentos o películas, así como de los valores que han transmitido o transmiten.

Aceptar a los otros, responsabilizarse de nuestros conflictos y vivir el presente, son algunos de los temas que debemos abordar a través de la mediación, para lograr ese final feliz.








martes, 2 de diciembre de 2014

El lenguaje de la Mediación

Cuando uno para y piensa qué es lo que puede no estar acompañando a la difusión de la mediación, te das cuenta que lo que no acompaña es el uso del lenguaje.

El lenguaje es el instrumento a través del cual nos comunicamos con los otros y es ésta comunicación la que facilita la relación con ellos. Por eso, con ayuda del lenguaje se consigue la socialización, es nuestra forma de poder expresar mejor nuestras emociones.

Pero el lenguaje es algo más, ya que es también nuestra forma de expresar nuestras ideas, basadas en una serie de creencias. Son creencias sobre cómo soy yo, cómo son los demás y cómo yo me relaciono con los otros.

Pero también tenemos creencias derivadas por la influencia del  contexto en el que vivimos, basadas en estereotipos, en lo que piensan los demás, en los líderes, en las personas que aparecen en los medios de comunicación.

Y todas y cada una de nuestras creencias personales se transmiten a través del uso del lenguaje.

¿Es por tanto nuestro lenguaje actual, un lenguaje que favorece el diálogo?

Lejos de ello, nos damos cuenta cómo hacemos uso del lenguaje asociado a la violencia, la cantidad de adjetivos despectivos, comparaciones o metáforas cargadas de ironías y sarcasmos, palabras mal sonantes y humillantes, como dardos lanzados con la única finalidad de darle a la diana. Si valorar las posibles consecuencias de ese uso del lenguaje.

En determinados contextos, está hasta legitimado utilizar un lenguaje violento, en el ámbito deportivo, como si la motivación de un atleta dependiese de ese lenguaje, o en el coche, dónde uno surge una especie de transformación  que te permite poder decir todo lo que en otros ámbitos no podríamos. Y estos son sólo algunos ejemplos.

¡No podemos seguir utilizando el lenguaje y justiciar la violencia!

Por eso la mediación, es el A B C del lenguaje, aquel proceso que facilita el buen entendimiento, el buen hacer, a través de un discurso no hiriente, un discurso emocional que lleve hacia lo positivo.

Hay que cambiar el lenguaje de la violencia, debemos ir pues de nuevo a las escuelas, dónde se nos recuerde la importancia del buen uso del mismo. Eduquemos en el lenguaje de la paz.