martes, 21 de julio de 2015

La comunicación

La Escuela de Palo Alto (1959) ya explicaba que es imposible no comunicarse, ya que aunque no emitamos mensaje verbal alguno, estamos comunicando a través de nuestros gestos, postura, mirada.

La Escuela defendía la comunicación como interacción social, por tanto la comunicación se entiende como la base de toda interacción social.

Es importante los dos tipos de comunicación la digital y la analógica, para establecer una buena interacción social, pero también cómo cada uno de los receptores interpreta la información que se le ha ofrecido.

Si recordamos nuestro periodo escolar, a todos en algún momento nos han explicado cómo se produce la comunicación y la importancia del emisor y del receptor. Y atendiendo al esquema debería resultar muy fácil, la buena comunicación, tu hablas y yo te escucho.

Pero la mayoría de los problemas interpersonales se producen por una mala interpretación y en ocasiones por querer adivinar lo que piensan los demás o que los demás adivinen o se comporten como a nosotros nos gustaría.

Por tanto, no es tan sencillo, es importante lo que decimos y cómo lo decimos.

La comunicación no verbal es más creíble es un 80 por ciento de los casos, si lo que decimos no va acompañado de cómo lo decimos el mensaje deja de ser creíble.

Por esta razón, aquellas personas que nos conocen más saben detectar con mayor rapidez el estado de ánimo, la emoción o el sentimiento que hay muchas veces detrás de nuestra comunicación.

Comunicar es expresar emociones, es una comunicación mucho más profunda, en la que damos paso a lo cómo nos estamos sintiendo y el por qué.

¿De dónde surgen los problemas de comunicación?, ¿por qué se producen distorsiones?, debido a nuestras diferencias individuales, es decir cada uno de nosotros entendemos nuestro mundo desde nuestra propia realidad, tenemos una forma diferente de procesar, interpretar y entender el lenguaje del otro.

Nuestras diferencias, vienen de la interpretación de los demás en función de uno mismo, por esta razón esperamos muchas veces que los demás piensen como nosotros o actúen como nosotros.

Si además, nosotros capaces de expresar los mensajes de forma clara, sencilla y asertiva, aún vamos a generar más problemas de comunicación y de relación.

En mediación es fundamental la comunicación en general y la expresión de sentimientos en particular, porque muy pocas veces decimos a los demás lo que realmente estamos sintiendo.







domingo, 5 de julio de 2015

Las emociones

 
Hace cuatro años tuve la ocasión de asistir a la clausura del Máster de Gestión Integral de Conflictos, invitada por Jordi Granè y Sònia de Miguel, en Barcelona. Ellos me pidieron que hablase sobre la Felicidad en la Familia y en la Escuela.
 
Después de mi taller, Jordi me sorprendió al pedir a los alumnos que hiciesen una fila para abrazarme. Ante mi asombro, uno a uno fueron pasando y uno a uno me fueron abrazando.
 
Durante todo el día, estuve viendo muestras de cariño, entre profesores, profesores y alumnos, entre compañeros, me subí al tren pensando qué ocurriría en aquella Facultad, para que todos transmitieran tantas emociones. 
 
Fue tal el impacto que aquello me causó, que decidí exportar este modelo para mis alumnos, así que aprovechando el inicio de un nuevo grupo de "Intervención y Tratamientos Psicológicos" decidí que las emociones debían de estar presentes.
 
El primer día de clase pedí al grupo, que se levantaran y se dieran un abrazo, todos ellos obedecieron mis instrucciones. Intenté durante todo el año que las emociones estuvieran presentes en mis clases.

Uno de los trabajos de los alumnos consistía en un diario experiencial, se trataba de que explicasen cómo habían vivido sus clases y su aprendizaje.

Cuando tuve los diarios delante, mi mayor sorpresa fue que a la mayoría de mis alumnos les había molestado el hecho de tener que abrazarse, porque ellos no se conocían. Pero también es cierto que después lo valoraron como muy importante, ya que al finalizar el curso, todos ellos tenían una unión especial, que a día de hoy aún persiste.

Lo que había ocurrido, me hizo pensar en el papel que juegan las emociones.

Dos años más tarde, en el Foro Mundial de Mediación en Valencia, una persona llamó mi atención y me dijo: "tú no te acordarás de mí, pero yo sí. Estuve en Barcelona en un taller que impartiste sobre Felicidad, lo cierto es que no pensaba acudir, mi padre acababa de fallecer y yo apenas tenía ánimo, pero tú me ayudaste mucho con tu abrazo".

De nuevo volví a pensar qué papel juegan las emociones.

Yo quiero ser emocional, quiero expresar mis emociones, aprender a gestionarlas correctamente y gestionar también las emociones de los demás.

Porque las emociones juegan un gran papel en nuestras vidas, como el miedo, cuya región cerebral, la amígdala se activa en el momento en que sentimos esta emoción.

Emociones que se registran a través de las conexiones del sistema límbico y del lóbulo prefrontal.

De nuestra actitud depende que generemos mayor número de emociones negativas o positivas.
 
Hemos aprendido en el trabajo en equipo a generar mayor número de emociones negativas que positivas, cuando mejoraríamos nuestro rendimiento si implementásemos más las últimas.

En nuestras relaciones con los otros también nos dejamos llevar por las emociones negativas o intentamos no mostrar a los demás nuestras emociones, porque demostrar emociones puede ser considerado como una muestra de debilidad ante los demás (o al menos eso creemos).

Por qué hablamos de emociones y las mostramos tan poco, quizá porque no hemos aprendido, la importancia que tienen en nuestra vida, para nosotros y para los demás.

Negar nuestras emociones, es negar que somos humanos, es negar nuestras conexiones cerebrales, qué explican nuestras características de personalidad y nuestra forma de interpretar la vida y a los que nos rodean.

En mediación nos resultaría más fácil, pasar el telón y olvidar las emociones, pero esto no ayudaría a resolver los problemas, sino a generar mayores problemas de cara al futuro.

Porque somos seres emocionales.