jueves, 27 de marzo de 2014

Las caras de la mediación




Aquí estoy en Traiguera Provincia de Castellón en el 2004, hablando de mediación familiar, encuentro e mediación entre diferentes profesionales con el fin de hablar de los menores.
 

En Mayo del 2003 ya se hablaba de mediación con menores, mediación en el tercer sector, mediación y administración, hablamos en Barcelona en el III Encuentro de Expertos en Mediación de ADCMA de “La Ley de Mediación Familiar en la Comunidad Valenciana” y en Valencia en el 2004 sobre “La mediación social desde el ámbito autonómico”.




Son muchas las caras de la mediación y los ámbitos de la misma, con el mismo objetivo pero con unos interlocutores diferentes, familia, comunidad, menores, administración.


Primeros comienzos de la mediación, asentando las bases de la que hoy en día partimos, los primeros libros de mediación y los primeros artículos.

Hoy en dicha se escucha hablar de la mediación como algo novedoso, pero ya tenemos una historia a seguir en diferentes ciudades de nuestro país, unos protagonistas que se interesaron por estudiar la mediación y todas sus posibilidades, fueron años de mucho trabajo, esfuerzo e ilusión con un gran legado para seguir apasionándonos, con la misma ilusión del primer día.

jueves, 13 de marzo de 2014

¿Reconoceis estas caras?


Congreso sin lugar a dudas sin precedentes, más de 400 personas reunidas en el Hotel Meliá las Palmas interesadas por todos y cada uno de los ámbitos de la mediación.
Quizá lo más innovador del mismo, fue el crear diferentes espacios y diferentes debates.
Dónde cada uno de nosotros manifestábamos nuestro interés e ilusión por un área, saliendo del mismo con ilusiones renovadas.
Fue el primer Congreso en el que realice una comunicación, ocho minutos para hablar de mediación comunitaria con menores.
Recuerdo que cuando llegué me preguntaron  si tenía el power point, ¡no había hecho ninguno!, tuve que buscar el ordenador del hotel y la noche anterior diseñar lo que sería mi presentación, que nadie supo que fue totalmente improvisada.


 

 En nuestro afán de conocer la mediación y a los mediadores, comenzó a salir entonces la vena colaborativa y tras invitaciones para la cena, recibimos una muy especial, una invitación para comer en casa de uno de los organizadores del Congreso.

A la mesa Josep Redorta, Jasone Mondragón, Javier Domínguez, Jordi Pérez y nuestros familiares.


Comida  de gala en Maspalomas, hablando sin duda de nuestra pasión en común, de la gastronomía de la zona y del Carnaval de Maspalomas.

Tras visitar una vivienda donde curaban los quesos típicos de la zona, nos invitaron al carnaval, uno de los más antiguos de la isla, con la alegría y el desparpajo que les caracteriza, ¡grandes momentos innolvidables!, creando una vez más grandes lazos de amistad, que hoy aún perduran.

Magnífico congreso dónde guardo estos hermosos recuerdos y un magnífico libro, que sirvió de recopilatorio de todas y cada una de las ponencias, que se realizaron.
Fueron cinco intensos días en la isla, intentando aprovechar al máximo el conocimiento, el networking y el turismo.

Al escribir queda una cierta nostalgia, por aquellos Congresos desafiantes en el espacio y en el tiempo, dónde la crisis aún no se conocía.

La mediación no entiende de crisis, de distancia o de tiempo, pues el que creyó en su día que podía ser mediador, continúa siéndolo hoy.

Aquí os dejo mi comunicación de ocho minutos exactamente.

MEDIACIÓN COMUNITARIA CON MENORES


Introducción:

Los problemas de relación entre los jóvenes y sus familias, los problemas de comunicación y de violencia en los centros educativos, y por último los problemas de convivencia en las calles, barrios o municipios, retratan la realidad social en la que vivimos actualmente.

La Justicia de Menores no puede dar solución a cada uno de los conflictos que surgen y en demasiadas ocasiones, se muestra desbordada ante el gran número de demandas.

La Mediación Penal con menores es una alternativa positiva para responder ante estos conflictos.

Pero, es necesario, actuar en materia de prevención y desde el ámbito comunitario, debido a que los menores de 12 a 14 años, no reciben ningún tipo de intervención, pues la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de Enero, reguladora de la responsabilidad penal, no los contempla.

De igual manera, la actuación con menores a través del diseño de programas de mediación comunitaria, evitaría en algunos casos, la respuesta violenta o la realización de faltas por parte de los mismos.

Los programas de mediación comunitaria favorecerán un mayor diálogo social y participación de los jóvenes en la comunidad en la que viven.

La Mediación Comunitaria con menores:

A finales de los años 70 se afianza lo que hoy en día se ha denominado Psicología de la Intervención Social.

La Constitución española de 1978 supone un cambio a nivel político y a nivel social, y contribuye a que desde disciplinas diferentes se busquen métodos para adaptarse al momento social y cultural que se está viviendo.

La Constitución en el artículo 1º apartado 1 dice “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.”

La sociedad es ahora más democrática y participativa, los ciudadanos tienen derechos y deberes, pueden decidir, votar, manifestarse, expresar su opinión.

Del mismo modo que los poderes públicos aseguran una serie de principios que mejoran el bienestar social.

La Psicología de la Intervención Social junto con otras disciplinas de diferentes campos profesionales intenta dar soluciones a problemas que afectan a las personas y a los grupos en una búsqueda de mejora de la calidad de vida.

Importantes son las aportaciones, pero encontramos la necesidad de tener más recursos para afrontar los cambios a los que se ve sometida la sociedad.

La mediación puede ser uno de esos recursos.
La Mediación es un proceso de cambio y favorece la comunicación. La Mediación Social facilita el diálogo entre los ciudadanos y la administración, el Municipio demanda mayor participación, cooperación y civismo desde el punto de vista democrático. La Mediación como proceso de resolución de conflictos, nos dice que el conflicto también es positivo porque genera una transformación de las relaciones que se dan en la familia, la escuela, barrio, etc.

Todo lo anterior nos lleva a la concepción de Tonucci de Ciudad Educadora: “la ciudad es el lugar dónde se desarrolla la vida, dónde se produce y se consume, es el espacio de convivencia y de la soledad, es lugar de encuentro y de anonimato. La ciudad educadora ha de ser el entorno dónde la persona aprende de que forma ha de convivir con los demás y con uno mismo, y de esta forma se va construyendo la persona y la ciudad”.

Poco a poco, como sociedad en continuo crecimiento hemos ganado independencia, sabiduría, competitividad, pero hemos perdido en el camino algo importante, algo que sólo podemos apreciar en algunas poblaciones pequeñas, los valores, la solidaridad, el compañerismo, la comprensión y el diálogo.

La falta de valores morales nos lleva al egoísmo, al individualismo y a la violencia.

Nosotros no nacemos siendo respetuosos, tolerantes y solidarios sino que aprendemos.

En los centros educativos se actúa con violencia cuando no se encuentran otras vías para solucionar los problemas.

Los menores, en ocasiones se muestran frustrados si no consiguen lo que quieren y entran en una dinámica de agresión contra sus familiares o contra aquellas personas que no están permitiendo los deseos de los mismos.

Algunos de ellos han perdido el valor del respeto, invadiendo las aceras con sus ciclomotores, siendo intolerantes con los mayores, destrozando el mobiliario urbano, bebiendo en las calles o realizando algún tipo de ruido.

La Ley Orgánica 5/2000, de 12 de Enero, reguladora de la responsabilidad penal, no contempla ningún tipo de actuación con menores de 12 a 14 años.

La realidad nos muestra que están surgiendo muchos conflictos con jóvenes de estas edades y que es necesaria la actuación, mediante el diseño de programas de prevención de la violencia y de resolución de conflictos.

Los ayuntamientos en su afán de acercarse más a los ciudadanos y de adaptarse al cambio social pueden incorporar nuevas estrategias de intervención que contribuyan a una mayor satisfacción y mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.

Xavier Jiménez del Ayuntamiento del Prat de Llobregat explica que con las acciones cívicas y con la mediación en la comunidad se pretende la aceptación de un código de vida social, fundamentado en la interiorización de la cultura de la convivencia y el civismo, en lugar de su transgresión. Constituyendo un referente de éxito de este nuevo campo de la mediación.

Los programas son de carácter mediador porque permiten un diálogo entre el autor y la administración, o entre el autor y su comunidad.

Algunos conflictos derivan de las relaciones entre los menores y sus familias, como agredirles física y psicológicamente. Otros, surgen entre los jóvenes y los vecinos, como los derivados del ruido de los ciclomotores, estacionamientos en las aceras. Y por último, también existen problemas entre los jóvenes y la comunidad a la que pertenecen, como destrozar el mobiliario urbano, miccionar en la vía pública, ensuciar las calles.

Las situaciones comentadas anteriormente, constituyen algunos ejemplos a trabajar mediante los programas de mediación comunitaria.

En aquellos casos donde no proceda más que una amonestación o sanción económica sin derivar a Fiscalía, los proyectos de mediación irán dirigidos a sustituir las sanciones económicas por medidas educativas, como una alternativa diferente de resolución de problemas, que implique una cambio de comportamiento hacia los ciudadanos y la administración.

Del mismo modo, los jóvenes asistirán a talleres de mediación o de resolución de conflictos.

Los objetivos generales de los programas van dirigidos a:

- facilitar el diálogo entre los jóvenes y la administración

- educar en valores morales, civismo

- crear un clima de participación activa de los jóvenes en nuestra ciudad

- considerar la educación como proceso de cambio

- generar espacios de convivencia

- generar actitudes distintas a la agresividad y la violencia

- sensibilizar a los jóvenes sobre todos los temas que afecten a su localidad

- generar cambios de actitudes en los jóvenes hacia la policía local, la administración pública, los ciudadanos de la zona.



Los objetivos específicos de los programas van dirigidos a:

- sustituir las sanciones económicas por la asistencia a un taller de resolución de conflictos y/o por una medida de reparación social

- enseñar a los jóvenes nuevas vías de solución de problemas desde el diálogo, la tolerancia y el respeto mutuo

- enseñar a las familias a utilizar la mediación para facilitar el diálogo y la transformación de las relaciones conflictivas

- disminuir el número de infracciones cometidas por los jóvenes

La metodología utilizada para la realización de los proyectos, se basará en las aportaciones socioeducativas como enseñanza de pedagogías cívicas, partiendo del principio de que la enseñanza implica cambio.

Y en el enfoque socioafectivo, que consiste en “vivenciar en la propia piel” la situación que se quiere trabajar, para así tener una experiencia en primera persona que nos haga entender y sentir lo que estamos trabajando, motivarnos a investigarlo y, en definitiva, desarrollar una actitud empática que nos lleve a cambiar nuestros valores y formas de comportarnos, que nos lleve a un compromiso personal y transformador (Cascón).

Con el fin de comprobar la eficacia de estos proyectos, será necesario la evaluación y seguimiento de los mismos.

El diseño de programas de mediación comunitaria con menores, adaptados a las necesidades de cada municipio, comunidad, grupo o familia, nos ayudará a comprender y conocer más sobre los jóvenes y a buscar nuevas vías de solución de problemas, que respondan a las necesidades de nuestra sociedad actual.

Bibliografía:

 

Baixauli, E.: “Proyecto de Mediación Comunitaria”. Ayuntamiento de Manises, 2001.

Cascón, P.: “Educar en y para el conflicto en los centros”. Artículo Cuardenos de Pedagogía, nº 287.

Jimenez, X.: “Accions cíviques i mediació a la Comunitat del Prat de Llobregat”. Mollet del Vallés, 1998.

Reina, F. y Gimeno, R.: “Las mediaciones en la comunidad. Una modalidad de acción socioeducativa”. Barcelona . Artículo Revista Educació Social, nº 8.

Reina, F.: “Las mediaciones familiares desde una perspectiva socioeducativa”. Ponencia presentada en el Congreso de Mediación Familiar de Valencia, 1999.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Organización mesa redonda: “Resolución de conflictos en las organizaciones del tercer sector”

 

Interesante debate que surgió en el año 2003 con Cuca Suárez y Ferram Camps de la Asociación Grec Resolució de Conflictes, en un intento de unir fuerzas para divulgar la cultura de la mediación y poner de manifiesto, que las asociaciones también tienen conflictos y por tanto es necesario implementar propuestas de intervención en el Tercer Sector.

Es necesario volver a nuestros orígenes a nuestros pasos, porque nos ayuda a recordar quienes somos y hacia a dónde queremos caminar, aprender de nuestros errores y seguir trabajando para mejorar nuestra profesión.
Y lo más importante nos ayuda a ser humildes, a volver a la sencillez y darnos cuenta de que esta es la mejor vía para continuar nuestro camino.

Atrás quedan grandes momentos para recordar, momentos personales y profesionales, andando siempre de la mano, lo que me recuerda que la mediación siempre va de la mano de las emociones.

Conocí a Ferram en unas Jornadas Europeas de Mediación Comunitaria en Barcelona, junto a la Fundación Peres Tarré, con Pere Joan y Sónia de Miguel, jornadas muy especiales en lo personal, pues fue estando en las mismas cuando supe que estaba esperando a mi hijo Javier, y fueron ellos los primeros en conocer la noticia, es por esto cuando te das cuenta de que los mediadores no son  mediadores sin más, sólo lo sienten unas pocas personas, aquellas que cuando hablas con ellas, se despierta en tí un sentimiento de afinidad, de complicidad y de ilusión por continuar una relación, que en este caso y a pesar de los años a un perdura.

Muchas gracias a todos los que habeis formado parte de mí vida personal y profesional, y lo seguís siendo en el día de hoy y para siempre.

lunes, 3 de marzo de 2014

Mi primera experiencia



Han pasado ya 15 años desde que comencé mi andadura como mediadora familiar en el año 1998.

Por aquel entonces el camino era difícil, únicamente podíamos acudir a algunos muy interesantes artículos publicados en España, realizados por expertos como el Profesor de la Universidad Complutense de Madrid Don Ignacio Bolaños.

Por tanto, mi experiencia como mediadora comenzó al revés, tuve que auto formarme en esta materia, para poder realizar de la mejor manera este trabajo. Mis libros de cabecera por aquel entonces eran “Fundamentos de la mediación familiar” de Haynes y “la promesa de la mediación” de Folger.

Y así comencé, sin ningún tipo de supervisión, contando con la inestimable ayuda de mi compañera, trabajadora social y co-mediadora.

Evidentemente que para ella también lo de la mediación era un misterio, así nos pusimos al volante del primer servicio público de mediación familiar de la provincia de Valencia, en el municipio de Manises.

Manises es un municipio de más de 30.000 habitantes, situado en el área metropolitana de Valencia, a unos 20 kilómetros. Es un municipio que durante muchos años ha vivido del trabajo de artesanía de la cerámica, en la actualidad son pocas las fábricas que sobreviven esta industria.

El servicio de orientación y mediación familiar se ubicaba dentro de los Servicios Sociales del municipio, formado por el tandem psicóloga-trabajadora social, cuyo objetivo era dar respuesta a los múltiples problemas planteados en las familias con serios problemas económicos, donde apenas se veían cumplidas sus necesidades más básicas y que dependían pues de las ayudas de los mismos.

Desde el principio se pensó trabajar no únicamente con familias multiproblemáticas si no también con el resto de las familias que no eran usuarias de los Servicios Sociales.

Nuestra primera labor fue de difusión y divulgación del programa, para ello llevamos a cabo charlas en los Colegios, con las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos, Directores, tutores, profesores, psicólogos escolares; en el Centro de Salud, el trabajo fue en coordinación con las Matronas y con la Trabajadora Social del Centro de Salud.

Asociaciones de vecinos, reuniones con los departamentos de Educación y Concejalía de la Mujer, prensa y radio local.

Una vez puesto este dispositivo en marcha empezamos a trabajar en las mediaciones propiamente dichas, que no se hicieron esperar mucho.

Los primeros casos que tratamos eran conflictos entre padres e hijos utilizando el modelo de mediación transformativa.

Los primeros problemas empezaron a comenzar, no sólo era difícil utilizar las herramientas de la mediación, también la co-mediación, ya que en ocasiones el trabajo realizado por una de nosotras era derribado por la otra.

Pero también tuvimos nuestras alegrías cuando empezamos a obtener resultados positivos y comenzaron a llegar los primeros acuerdos.

Fue un trabajo intenso, únicamente el servicio estaba subvencionado con una duración de tres meses, tres meses para programar, divulgar y trabajar la mediación familiar.

El resultado fue que atendimos 10 casos de mediación familiar y 30 más de orientación familiar.

Al año siguiente se reformuló el servicio y pasó a denominarse servicio de “Orientación, Intervención y Mediación Familiar”, por lo que estimaron que el perfil de mi compañera no era el idóneo para el puesto, y así fue como me quedé sola ante el peligro.

Fueron tres años intensos de trabajo con el equipo base, con el Gabinete Psicomunicipal, el Departamento de Educación, la Concejalía de la mujer, el Gabinete Jurídico y la Policía Local.

Se realizaron varios protocolos de intervención en el caso de la mediación familiar.
El servicio atendía a una media de 150 familias al año.

Fueron múltiples las problemáticas planteadas y algunos casos fueron muy complicados.

Recuerdo con especial cariño algunas de ellas:

Carlos era un adolescente que fue derivado a Servicios Sociales pues en el Instituto mostraba absentismo escolar y muchos problemas con los compañeros y el profesorado.
Cuando tuve la oportunidad de hablar con él se mostraba desorientado, por un lado pretendía dar la imagen de no importarle nada y por otro lado se mostraba como un niño con buen corazón.

Su madre había vuelto a su vida después de abandonarlo cuando tenía meses.

Ana, su madre, toxicómana ante la imposibilidad de cuidar de su hijo y dotarle de las necesidades básicas, lo dejó al cuidado de su padre, que vivía en Asturias.
El padre falleció cuando Carlos era muy pequeño por lo que pasó al cuidado de los abuelos paternos, con los que estuvo conviviendo hasta que la madre solicitó volver con su hijo y hacerse cargo de él, coincidiendo con el fallecimiento de los abuelos paternos.

Por tanto, el niño vivía con su madre y abuela materna.

Tal y como contempla el Derecho Español, existe el “favor minoris”, el derecho a saber por parte del hijo adoptado respecto a su familia biológica.

La Ley 7/2001 contempla la mediación entre los hijos adoptados y la familia biológica, según este principio del Derecho.

Así que en esto consistía la mediación, era necesario que el hijo comprendiera las razones de su “abandono” para poder iniciar una relación basada en el respeto.

Fueron increíbles las cosas que surgieron por mediación del proceso de la mediación, pero sirvió para que cada uno entendiese mejor las razones y las emociones que justificaban sus comportamientos.

La mediación creó las bases para seguir la relación.

Otro caso realmente complicado surgió ante la creencia de que el padre de un menor podría maltratarlo, al ser sólo sospechas, pensé que la mediación podría resultar de utilidad.

Cite a los padres y puse en sus manos la vía para que fueran comentando sus problemas y sus soluciones.

Consiguieron llegar a acuerdos que mejoraron la relación de pareja y sobre todo en relación al niño.

Durante  el tiempo que permanecí en el servicio participé en una investigación para la Universidad de Santiago de Compostela, que consistía en realizar una encuesta anónima para evaluar el grado de satisfacción de las personas respecto al proceso de mediación y al mediador.

Fue muy sorprendente ver que el 90 % de los encuestados (30 mediaciones) estaban muy satisfechos con la mediación, aunque no hubiesen llegado a un acuerdo.

Cuando finalizó mi etapa en el Ayuntamiento continué realizando mediaciones en el ámbito privado, encontrándome también muchas dificultades y casos muy complicados.

Por ejemplo, una mediación en la empresa familiar.

El padre y el hijo habían permanecido mucho tiempo compartiendo las tareas de la empresa, empresa que era del hijo, al comprar las acciones a su padre cuando tenía 18 años.

El conflicto surge porque el padre quería que su hijo aceptase a su hermana como trabajadora en un puesto intermedio, regalándole acciones de la empresa.

Su hermana había trabajado anteriormente en la empresa, pero durante el tiempo que estuvo se extraviaron facturas y se perdió dinero, por lo que se le invitó a marcharse.
Su hermano desconfía de ella y se niega a que su hermana participe de las acciones de la empresa y forme parte de su plantilla.

La mediación fue tensa y difícil, en este caso no se llegó a un acuerdo, pues el padre escondía mucha información a su hijo, ya que había utilizado a los clientes y proveedores de su hijo para crear una nueva empresa, del mismo sector, para su hija.

Poco importaron los nietos que se quedaron sin tener relación con su abuelo.

Mediar no es fácil y no siempre es el mejor recurso.

Como profesional que desgraciadamente me veo formando parte como perito en los juzgados de familia, observo la impotencia de las partes al no sentirse muchas veces representadas de acuerdo con las sentencias obtenidas, al no ser escuchados.

Veo más aún para mi pesar, cómo se dicen frases como “no vas a ver a los niños si no pagas…”, sin tener en cuenta absolutamente para nada, que los niños no son ninguna moneda de cambio, que son personas con derechos y que nadie les ha preguntado, que es lo que en realidad necesitan para su bienestar psicológico.

Recibo continuas demandas de personas que acusan a la otra parte de perjudicar al niño a través del “Síndrome de Alienación Parental”, entrando en una dinámica continua de denuncias falsas, mientras que los niños se pasean por los despachos de abogados, psicólogos, médicos, entre otros, sin saber qué decir, o con verdaderas lecciones aprendidas para poder subsistir.

Veo a niños que temen que a su madre “le pueda pasar algo malo”, “que le peguen a mamá”, si hablan más de la cuenta.

Veo a padres/madres consumiendo drogas ilegales y al cuidado de los menores, con innumerables negligencias y riesgo para los niños.

He visto miradas de odio y silencio que se podían cortar con un cuchillo. He visto como las personas persiguen hacer daño, vengar su dolor sin tener en cuenta los intereses y los derechos de los niños.

He visto como a pesar de exponer a los padres en qué grado se ven afectados los niños por estos eternos procesos, perseveraban en su actitud de hacer daño al otro.

Por ejemplo, en una ocasión se realizó una mediación referente a la custodia de los niños, los padres reconocían la valía del otro y fueron capaces de ponerse de acuerdo en todos los aspectos concernientes a sus hijos, en función de lo que ellos llamaban “custodia compartida”, en todos excepto en el día 25 de Diciembre. Cuando se llegó a este día una de las partes comentó que había cedido en todo y que ahora a la otra parte le tocaba ceder, por lo que el mejor camino era el juicio.

Se pusieron en la mesa los deseos de venganza, como castigo a las acciones del otro, pero evidentemente no como resultado de ponerse en el lugar de las menores.

Veo todo esto, pero sigo adelante, con la misma fuerza que empecé en Manises en el año 98. Pensando y confiando en que al final detrás de toda esta locura, de los deseos de venganza, de un sin fin de emociones incontroladas, necesitamos la mediación, como herramienta de trabajo, como proceso y como cultura o filosofía de vida.

Las familias tienen los suficientes recursos para ser ellas mismas las que resuelvan los problemas.

Creo que hay que mediar con las emociones, no podemos dejarlas de lado, forman parte del proceso, de la narrativa como dice Marinés, o del reconocimiento del otro.

Recuerdo un caso en el que la pareja que solicitó la mediación eran de nacionalidad francesa, aún era más difícil por el idioma.

Los dos fueron correctos y educados, se hablaron con respeto y llegaron a acuerdos sobre su separación.

Al cabo de unos meses recibí un mensaje de ella en el que decía que era muy feliz.

Pero no siempre es fácil, a veces nos resulta difícil escuchar y ponernos en el lugar del otro.

Este es el cartel de mi primera Jornada.