domingo, 13 de mayo de 2018

Vivir desde el miedo o vivir desde el amor


Muchas veces nos preguntamos cuál es el origen de los conflictos de familia o de pareja, ya que estos conflictos van siempre unidos a gran cantidad de emociones, muy difíciles de manejar.

Gerardo Romero en su libro Vivir desde el Amor explica en su último capítulo que diferencia entre vivir desde el miedo o vivir desde el amor.

Vivir desde miedo nos resulta mucho más fácil, temerosos e inseguros hacia la vida ponemos barreras a todo aquello que interpretamos que pueda desestabilizarnos emocionalmente .

Las personas que se mueven desde el miedo suelen actuar en ocasiones de forma agresiva, ante el miedo podemos intentar huir o atacar. Y si lo que se pone en juego es mi supervivencia, entonces atacamos. 

Es fácil desde el miedo juzgar a los demás, pensar que nadie nos entiende, que todo el mundo está equivocado o que los demás están en contra de todos nosotros.

Vivir desde el miedo, aleja del momento presente, genera actitudes y pensamientos negativos, pesimistas y de pasividad. En ocasiones creen que la vida es así y que no se puede hacer nada para cambiar, se genera un sentimiento de injusticia.

Por el contrario vivir desde el amor nos ayuda a ser conscientes de quienes somos y para qué estamos aquí. 

Las personas que viven desde el amor son personas que se aceptan y se aman a sí mismas, son personas generosas, que dan sin esperar nada a cambio, porque entienden este sentimiento de amar, como el amor que pones en todas las cosas, como la aceptación incondicional de los otros.

Vivir desde el amor supone vivir desde la humildad, tener consciencia plena, vivir desde el presente, en el aquí y en el ahora, disfrutando de todas y cada una de las cosas que hacemos y de todas y cada una de las personas que conocemos.

Vivir desde el amor nos permite pensar en positivo, abrirnos nuevas posibilidades ante la vida y generar creencias en torno a que no existe nada que sea imposible.

Pensar en positivo nos lleva a tener una actitud proactiva ante la vida, viviendo cada minuto y cada instante, disfrutando de todas y cada una de las personas que conocemos, permitiendo nuestras equivocaciones, aprendiendo de los errores.

Vivir desde el amor nos permite trabajar el agradecimiento por el hecho de existir y disfrutar de cada uno de los segundos de nuestra existencia y aprender a perdonar a los demás o incluso a nosotros mismos.

Vivir desde el miedo genera emociones negativas (tristeza, rabia, ira, desesperanza, tristeza, agresividad), vivir desde la amor genera emociones positivas (fortaleza, autoestima, alegría, felicidad).

Desde mediación familiar se vive desde el miedo, por eso es tan difícil muchas veces gestionar las emociones de las partes, tal vez podamos hacer que tomen consciencia de la existencia de otras formas de enfrentarse a las dificultades de la vida.

Educar a los niños desde el amor, enseñándoles habilidades de inteligencia emocional desde casa y en las aulas, nos ayudaría a reducir el número de conflictos interpersonales que tenemos con los demás.

Mi agradecimiento a Gerardo Romero por regalarme su libro.

miércoles, 9 de mayo de 2018

Decálogo del buen mediador

En la mayoría de las formaciones que impartimos surge la pregunta de qué requisitos debe de tener un buen mediador, intentaremos exponer algunos aspectos.

1. El buen mediador es el que conecta con las emociones de los otros y lo hace conectando con lo que le dicta el corazón.
2. Utiliza los mensajes en Yo, como forma de expresar sus emociones y las emociones de los demás. Si el mensaje sale del corazón llega al corazón.
3. Trabaja mejor en equipo, por tanto es una persona sociable que busca siempre el contacto con los demás. Cree que todos sumamos y busca el trabajo colaborativo en todo momento. No es más que los demás, es sólo uno.
4. Practica la escucha activa, es paciente y tolerante, trabaja en el aquí y el ahora, en lo que ocurre y siente en cada momento.
5. Entiende que el perdón es fundamental, facilita que las partes entiendan la necesidad de perdonar y para ello demuestra ser un ejemplo constante para sí mismo, siendo autocompasivo y perdonando a los demás.
6. El mediador busca siempre el diálogo con los otros, el hablar en el lugar y clima adecuado para ello. Buscando el contacto directo, ya que entiende que la comunicación no verbal es necesaria para evitar malos entendidos.
7. El mediador cuida su estado anímico favoreciendo actitudes que le hagan sentir mejor con él mismo y con los otros. Siempre intenta llevarse bien con todo el mundo. Tiene una mente abierta.
8. El mediador tiene fe en las personas en su buena voluntad para resolver las situaciones.
9. El mediador se ríe de si mismo favoreciendo teniendo un pensamiento positivo y con sentido del humor para enfrentarse a los problemas.
10. El mediador ama la vida, es proactivo, ama la naturaleza y cree en las personas. Cree en la magia y los sueños, porque de ellos emerge la creatividad.

El mediador es corazón y flexibilidad.