domingo, 25 de febrero de 2018

¡Alegría!


¡Nuestro cerebro está hecho para la supervivencia, no está hecho para ser feliz!

De nuestras emociones ira, miedo, tristeza, asco y alegría, sólo la última es positiva, esta es la razón por la que en la mayoría de las ocasiones acabamos pensando que somos pesimistas y tenemos mayor tendencia a pensar en negativo que en positivo. Alrededor de 300 pensamientos que realizamos hacia nosotros mismos son negativos.

Tenemos muchas dificultades para mantener un buen estado de ánimo y adaptarnos a los cambios con una buena actitud.

En una sociedad que vive deprisa y en continuo cambio es difícil mantener la alegría, nos dejamos contagiar por las emociones de los otros, que en muchas ocasiones son negativas.

Algunas personas tienen una actitud más pesimista ante la vida y es difícil convivir con ellas, ya que es fácil que sus emociones y su actitud terminen por influir en las nuestras.

Rodéate siempre de personas que te llenen de energía, de personas que te hagan sentir bien.

En la última entrevista realizada por Pablo Herreros en Yo Mono a Giacomo Rizzolatti descubridor de las neuronas espejo, este último decía: "tu risa determina la mía", la actitud de los demás, su comportamiento, sus emociones determinan las nuestras.

Sabemos que las personas felices se relacionan mejor con los demás. De ahí la necesidad de entrenar nuestro cerebro para que trabaje la alegría.

Podríamos definir la felicidad como la suma de pequeños momentos de alegría.

El vínculo afectivo y la autoestima son elementos claves para cultivar nuestra alegría.

Abrazos, besos, caricias aumentan la oxitocina que actúa como neurotransmisor generando confianza, altruismo, generosidad, afianzando vínculos, mejorando la crianza y cuidado por los demás, la empatía y la compasión.

La oxitocina nos ayuda en el reconocimiento de las emociones del otro, luego no es casualidad que "tu risa determine la mía".

La alegría mejora nuestra capacidad de relacionarnos con los demás, es fundamental en las relaciones sociales y en los grupos. En todas las relaciones humanas existe la oxitocina.

La principal función de la alegría es asegurar la existencia de la especie humana, nos ayuda a ser más activos, más creativos y a crear vínculos con los demás.

Canta, baila, ríe, besa y abraza todo lo que puedas.

¿Es la alegría la clave para encontrar la humanidad?


miércoles, 14 de febrero de 2018

El amor no duele!



Quién bien te quiere te hará sufrir!
Cuántas veces hemos escuchado comentarios como éste! Tantas y tantas veces a lo largo de los años que hemos llegado a pensar que es una realidad!
Pero el amor no duele y si duele entonces no es amor!
El dolor y el sufrimiento se produce cuando las relaciones de pareja son patológicas basadas en la dependencia emocional del otro.
Dependemos emocionalmente del otro, cuando no sentimos amor por nosotros mismos, olvidando nuestro ser. Nos convertimos en lo que creemos que deberíamos ser y siempre nos movemos bajo el miedo a que nadie nos ame, a quedarnos solos, a ser rechazados. Entonces somos capaces de soportar todo el dolor, e incluso todo tipo de humillaciones.
Nos convertimos en víctimas de violencia de los otros.
Sin nuestro respeto no puede existir el respeto de los demás, los límites los ponemos nosotros, la capacidad de decir que no nos hace más fuertes, nuestro cariño nos hace más grandes, nuestro perdón nos hace más valientes.
El amor de pareja es aquel que respeta a la persona como ser humano, que desea su felicidad sin renunciar a nada, aquel que te permite volar sin cortarte las alas, aquel te acompaña en tus sueños.
El amor sano se nutre de las sonrisas del otro, no de la tristeza, de la frustración o de dolor.
No permitamos que el amor duela, no dejemos que nos digan qué es normal, que tenemos lo que nos merecemos, que algo habremos hecho para que los demás nos maltraten.

 Soy un ser humano, que siente, que tiene derechos, soy libre de decidir cómo quiero vivir a pesar de mis errores y si me equivoco me levantaré todas las veces que sea necesario.

Si el amor duele me quedo con el amor que yo me doy a mí misma.

domingo, 11 de febrero de 2018

Tenemos diferentes planos!


Tenemos sin duda planos diferentes!

La mayoría de los conflictos que surgen con los demás ocurren cuando no estamos en el mismo plano.

Entender el funcionamiento de nuestra mente nos ayuda a aproximarnos a la comprensión de la mayoría de los conflictos surgidos de las relaciones humanas, sobre todo en familia y en pareja.

El plano es el lugar en el que yo me encuentro, si mi plano es emocional, me dejo llevar y atrapar por las emociones que siento y actúe desde ellas, afán de venganza, deseo de posesión, amor.

Si el plano está a nivel de razón y de pensamiento, actuamos desde la comprensión de las situaciones, desde la interpretación particular que cada uno de nosotros realizamos sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea. Actuamos desde la fantasía, de lo que yo creo que debería de ser, por tanto de lo que espero que sea y de como espero que actúe el otro o de cómo he soñado en mi imaginación la pareja perfecta, el amante perfecto, mi familia ideal.

Entramos en conflicto directo con nosotros mismos en muchas ocasiones, Freud explicaba su teoría de la Personalidad, en función del Yo, Ello y Superyo. El ello son las pulsiones instintivas del ser humano, el superyo sería la conciencia, aquellas normas sociales y morales que impiden al Ello seguir sus pulsiones, entre ellos se encuentra el Yo tratando de buscar el equilibrio homeostático.

La teoría transaccional de Berne también explica desde el Humanismo cómo se producen los conflictos internos, para él mantenemos conversaciones con el Padre, el Yo y el Niño, el Padre es el que protege, el moralista, el que castiga. El niño es el que quiere dejarse llevar, hacer todo lo que quiere y no dar cuentas a nadie. Y el yo se convierte en mediador, se encarga de facilitar el diálogo entre las partes, para lo que dice el Padre no se aleje de lo que quiere el niño.

Y la Teoría de la Personalidad del Self expone como nuestra forma de ser está relacionada con lo que somos y lo que nos gustaría ser, dejando atrás lo que debería de ser.

Por lo que siendo tan complicado nuestro funcionamiento interior, podemos darnos cuenta de las dificultades para relacionarnos con los demás cuando no estamos en el mismo plano.

Los conflictos surgen al pensar que los demás tienen mis mismas creencias, esperar que nuestras expectativas se cumplan, que estemos siempre en el mismo plano, el emocional, el irreal o el de nuestros pensamientos.

Los problemas de comunicación se producen por falta de entendimiento, es que saber en qué plano estamos es algo complicado.