domingo, 1 de febrero de 2015

EMOCIONES CONTRARIAS


¿Cuántas veces llegamos a cambiar de emociones a lo largo del día?

¿Cuántas veces nuestras emociones influyen en nuestras decisiones?

En mediación no existen ni deben de existir las prisas, ya que somos dados a tomar decisiones en base a nuestros sentimientos, que cómo bien sabemos somos dados a sentir diversas cosas en tiempos razonablemente pequeños.

Vivir, sentir, soñar...

¿Tenemos sueños realistas o son idealistas? ¿Y si son idealistas tengo propuestas concretas realistas para llevarlas a la acción?

¿Soy de las personas que me mueven y me dejo llevar, de las que no me muevo y espero el cambio en los demás o de las qué piensa que para que las cosas cambien he de empezar por cambiar yo mi actitud?

Todas estas variables junto con otras muchas de ellas, manejamos en la mediación.

En nuestra sociedad se producen cambias tan rápidamente, que nos dejamos llevar y ahora no queremos esperar para que se nos solucionen las cosas, queremos y buscamos soluciones rápidas.

Entre otras muchas cosas, porque no sabemos y no queremos sufrir, necesitamos el equilibrio homeostático de nuestras emociones, aunque cambiemos varias veces al día de emociones, hay un predominio de las emociones positivas frente a las negativas, el desequilibrio gira la balanza al otro lado.

Por estas razones, las personas que acuden a mediación necesitan sentirse lo más pronto posible mejor y nos piden rapidez en el proceso.

¿Pero cuándo es el mejor momento para mediar?

No en todas las ocasiones es el mejor momento, ya que es necesario que bajen las emociones negativas, que son las que por el desequilibrio que produce a nivel neuronal, mantenga a la persona únicamente interesada en hacer daño al otro, ya que en su cerebro se ha activado la amígdala, órgano que se activa cuando algo nos da miedo.

Cuando estamos demasiado enfadados no estamos en actitud de escuchar a nadie.

Por tanto hay que esperar un poco a que disminuya la intensidad emocional, para después ser capaces de gestionar las mismas durante el proceso de mediación.

Emociones encontradas: quiero lo mejor para mis hijos pero te deseo lo peor a ti, quiero lo mejor para mi empresa pero aunque seas un buen trabajador quiero que te marches, quiero lo mejor para mi grupo pero no quiero estar contigo, quiero lo mejor para la familia pero no quiero que formes parte de la empresa.

Son las empresas familiares los mejores ejemplos para entender que la mediación no entiende de prisas, pues es a partir de un año o más cuando empiezas a ver los resultados de aquellas sesiones que en el despacho con las EMOCIONES CONTRARIAS no parecían tener solución.


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