sábado, 21 de febrero de 2015

En busca de la Humanidad





"Soy testigo directo de que es posible cambiar  el mundo" Vicente Ferrer


En una conferencia en la que se hablaba de Vicente Ferrer se decía que tenía como sueño que nuestra sociedad fuera más humana. Y éste es, sin duda un sueño que comparto.

Pero se que no estoy sola y me alegra saber que mis alumnos piensan igual que Vicente y que yo, que tienen nuestras mismas inquietudes y preocupaciones y compartimos un sueño sobre el poder de lo humano. 

Ellos son el futuro y me maravilla pensar que no van a cesar en su empeño.

La neurociencia del siglo XXI expone que lo moral es instintivo, que en contra de lo que se pensaba existen en nuestro cerebro unos universales morales desde el principio de nuestra vida, por tanto hemos heredado en nuestra estructura cerebral estos universales, como el no hacer daño a alguien  y se han transmitido a través de la genética desde el origen del hombre.

Desde la filosofía ya habían filósofos que nos hablaban de que el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que los corrompe, quizás se referían a estos universales morales.

Para Rousseau, el hombre se movía por dos impulsos:  el amor a sí mismo y la compasión.

Como no se puede volver al pasado natural del hombre, Rousseau propone el contrato social entre el individuo y la sociedad, con el fin de armonizar la convivencia humana. Esta es la única posibilidad de regeneración moral.

¿Qué papel juega entonces el desarrollo moral?

El contexto, el ambiente potencia la activación de nuestras áreas cerebrales, un ambiente que refuerce las creencias de los valores morales, contribuirán durante la infancia y adolescencia al desarrollo moral.

Por el contrario un ambiente contrario a los valores morales, fomentará en las personas creencias contrarias inhibiendo la parte instintiva de lo moral.

¿Por qué entonces damos la espalda a la ciencia?

El hombre desde su origen es colaborativo, hecho que ha contribuido a la continuidad de nuestra especie humana.

Darwin en su libro "El origen de las especies" exponía que sólo la especie más fuerte sobrevive, quizás no entendimos bien su libro, no entendimos el verdadero trasfondo, si tenemos universales morales, han sido los encargados de nuestra supervivencia.

Si el ser humano se hubiese movido única y exclusivamente por la aniquilación del otro, posiblemente hubiésemos desaparecido como especie, pero aquí seguimos.

Quizás hay más humanidad en nosotros de lo que pensamos y estamos enfocando mal nuestra búsqueda.

La Humanidad está en nosotros, en una sonrisa, una mirada, un abrazo o beso, una palabra bondadosa.

Pero nos pesa más el dolor, lo malo, que se instala en nuestra mente y que hace que rápidamente volvamos a distorsionar nuestra imagen a un mundo más deshumanizado.

Nos pesan las palabras dolorosas, las malas miradas, las envidias, los celos, la destrucción.

Pero se nos olvida el poder de la gratitud, no es tanto lo que doy, sino lo que recibo a cambio. Por mucho que doy,  recibo mucho más a cambio.

Cuando nace un bebé se le quiere de forma incondicional, se le acepta desde el primer minuto de su existencia y no ha hecho nada para ganarse ese cariño, pero tenemos el deseo de cuidarlo y de no hacerle daño.

Quizás pasemos nuestros días buscando la felicidad en algo tangible, cuando la hemos alcanzado en el momento en que alguien de forma incondicional agradece nuestra existencia.

No seremos recordados por tener más bienes si no por cómo nos hemos comportado con los otros.

La cooperación, el trabajo en equipo, la colaboración son valores que nos reencuentran con lo humano.

La mediación como filosofía de vida nos devuelve la parte más humana de nuestra especie.


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