lunes, 9 de octubre de 2017

La bondad


Hablar hoy de bondad en los tiempos que corren es complicado.
Parece más fácil seguir hablando de problemas, de dificultades de entendimiento y de falta de humanidad.
Pero las personas siempre estamos ahí cuando se nos necesita.
Es curioso pensar cómo las redes sociales nos alejan de la realidad y nos sumergen en otro mundo.
Pero es en la cercanía donde ocurren los milagros, es allí cuando te das cuenta que todos necesitamos un propósito, que nos gusta ser sociables, que a pesar de las redes, necesitamos compartir y experimentar.
Nos encanta sentir y hacer sentir al otro, reír, es una de esas emociones que cobran sentido en compañía.
Nos encanta hablar y sentirnos escuchados y descubrir que estamos más cerca que lejos y que compartir un buen café y una buena conversación nos enriquece el alma.
Muchas veces conoces personas en tu camino con las que compartes alguna vivencia particular, un curso, un viaje, alguien que dejará de formar parte de tu vida, en el momento en el que finalice la experiencia, pero se queda la bondad.
Se queda la sonrisa, se queda una mirada cariñosa, una dulce palabra.
Se queda el abrazo sentido, el me alegro de verte o espero verte pronto.
Se queda el gracias y encantado, ha sido un placer.
Se queda el sabor amargo del café y dulce de la conversación. Se queda el te escribo y hablamos.
A lo largo del camino nos cruzamos, personas y más personas con historias diferentes y todas ellas cargadas de bondad.
Y es entonces cuando te das cuenta que nos encanta compartir y sentir, que somos seres sociales y que necesitamos a los demás para poder compartir y colaborar.
También en mediación debemos fomentar la bondad de todas aquellas personas que necesitan sentir y sentirse escuchados.
La bondad se hace fuerte con el uso de las palabras bondadosas.
Aquellas que suenan a respeto y a reconocimiento del otro, a dar valor a las personas y a nosotros mismos. Aquellas que nos humanizan y dan sentido a nuestra existencia.




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