lunes, 2 de abril de 2018

El perdón


¡Nos resulta muy difícil pedir perdón!

Quizás pensamos que es una muestra de debilidad, reconocer que a veces nos equivocamos, que no siempre tomamos buenas decisiones.

Pero la capacidad de perdonar es abrir nuestra mente y nuestro corazón.

Cuando trabajamos con familia nos damos cuenta que desde hace años todo se ha vuelto imperdonable, cualquier error cometido vuelve una y otra vez, de tal forma que tenemos mucho miedo al error, al fracaso, a no saber qué decir o qué hacer para no equivocarnos y no hacer daño a los otros.

Nos puedo el ego, el orgullo y el dolor que sentimos, aislándonos de todo el mundo. Sacamos conclusiones de los otros, los etiquetamos o los juzgamos, si no piensan como nosotros, si no sienten lo que sentimos, si no cumplen nuestras expectativas de lo que "debería de ser" y entonces aparece nuestra incapacidad para reconocer al otro, para escucharle abiertamente, para empatizar con él, ponerse en el lugar del otro. Y también para simpatizar, entendiendo por simpatía el preguntarse "¿cómo me sentiría yo si estuviese en su lugar?, "¿qué pensaría?, ¿si le digo esto cómo se sentirá?". Pero a veces, nos puede la frustración al sentir que las cosas no son como nos gustaría.

En familia es muy difícil comunicar, ser asertivo, pensar antes de hablar, para medir nuestras palabras, cómo decir lo que quiero decir pero sin negar ni desconsiderar los derechos de los demás. Cómo expresar lo que sentimos libremente sin generar dolor a los que nos escuchan. 

En familia la comunicación es complicada, va unida a un sinfín de emociones, pensando que somos racionales que todo lo sopesamos, que nos mueve la mente, pero nos pesa el corazón. Al final no expresamos bien lo que pensamos ni lo que sentimos dando lugar a una multitud inagotable de malos entendidos, que dificultan más si cabe los problemas de comunicación. Y sin comunicación efectiva, surgen los conflictos y las malas relaciones. 

Las relaciones de familia están basadas en el amor y el respeto a los otros, por lo que es fundamental aprender a pedir perdón.

El perdón nos hace libre, nos vuelve valiosos, es síntoma de madurez y de fortaleza, es reconocer al otro como ser humano, es aceptación incondicional, es entender que nos equivocamos, que nos siempre hacemos bien las cosas, que somos diferentes porque pensamos y sentimos diferentes, pero lo que nos une es el amor al otro.

Perdonar es ser flexible, ser flexible es emprender el camino hacia la felicidad.

El perdón lleva consigo la búsqueda de la felicidad, porque nos hace sentirnos libres.

El perdón conduce a la búsqueda de la humanidad, porque reconoce a los otros y conduce a emociones mucho más fuertes, como es la capacidad para amar.

Decía Indira Gandhi: "El perdón es una virtud del valiente".


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