Son dieciseis años viendo cómo crece nuestra profesión.
Al principio éramos muy pocos los que conocíamos este tema, pero ya compartíamos nuestra pasión, sabíamos que estábamos ante algo más que una mera actividad profesional.
Aprendíamos los unos de los otros, compartiendo experiencias a través de seminarios, jornadas, congresos y leyendo las pocas publicaciones de las que podíamos disfrutar, leer y volver a leer.
Y nuestra pasión fue a más, ya que empezamos a observar todos los ámbitos a los que podíamos llegar, fueron épocas de creer y crear, de mucho caminar, de conversaciones con la administración pública y con empresas privadas. Algunas apoyaron nuestros fines, los entendieron y los compartieron, otras decidieron que la mediación no era más que una utopía.
El tiempo nos ha dado la razón, somos muchos los que creemos en esta profesión, los que la amamos, los que observamos infinitas posibilidades de trabajo.
Actualmente podríamos decir que vivimos el esplendor de la mediación, formación, información, conocimiento compartirdo, el augue de las publicaciones, que embellecen aún más nuestra actividad profesional.
El mediador se convierte hoy en día en una figura absolutamente necesaria, si nos damos cuenta que estamos viviendo un cambio de paradigma.
Los modelos más competitivos han sido los que hasta nuestros días más han prosperado permitiendo la supervivencia de empresas, organizaciones, entidades.
Pero lo que era bueno para ayer para hoy resulta insuficiente, es necerario como decía Albert Eisntein,utilizar otro tipo de pensamiento, que propicie nuevas creencias que nos ayuden a generar nuevas fórmulas de solución de problemas.
Estamos ante la era de la Inteligencia Emocional, de la Cooperación, de uan búsqueda en la que yo gano y tú también, dónde la unión hace la fuerza, dónde resaltamos el talento de cada uno y en la que necesariamente la mediación tiene y va a tener cada vez mayor protagonismo en nuestras vidas, en nuestro hacer cotidiano.
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