Cuando uno para y piensa qué es lo que puede no estar acompañando a la difusión de la mediación, te das cuenta que lo que no acompaña es el uso del lenguaje.
El lenguaje es el instrumento a través del cual nos comunicamos con los otros y es ésta comunicación la que facilita la relación con ellos. Por eso, con ayuda del lenguaje se consigue la socialización, es nuestra forma de poder expresar mejor nuestras emociones.
Pero el lenguaje es algo más, ya que es también nuestra forma de expresar nuestras ideas, basadas en una serie de creencias. Son creencias sobre cómo soy yo, cómo son los demás y cómo yo me relaciono con los otros.
Pero también tenemos creencias derivadas por la influencia del contexto en el que vivimos, basadas en estereotipos, en lo que piensan los demás, en los líderes, en las personas que aparecen en los medios de comunicación.
Y todas y cada una de nuestras creencias personales se transmiten a través del uso del lenguaje.
¿Es por tanto nuestro lenguaje actual, un lenguaje que favorece el diálogo?
Lejos de ello, nos damos cuenta cómo hacemos uso del lenguaje asociado a la violencia, la cantidad de adjetivos despectivos, comparaciones o metáforas cargadas de ironías y sarcasmos, palabras mal sonantes y humillantes, como dardos lanzados con la única finalidad de darle a la diana. Si valorar las posibles consecuencias de ese uso del lenguaje.
En determinados contextos, está hasta legitimado utilizar un lenguaje violento, en el ámbito deportivo, como si la motivación de un atleta dependiese de ese lenguaje, o en el coche, dónde uno surge una especie de transformación que te permite poder decir todo lo que en otros ámbitos no podríamos. Y estos son sólo algunos ejemplos.
¡No podemos seguir utilizando el lenguaje y justiciar la violencia!
Por eso la mediación, es el A B C del lenguaje, aquel proceso que facilita el buen entendimiento, el buen hacer, a través de un discurso no hiriente, un discurso emocional que lleve hacia lo positivo.
Hay que cambiar el lenguaje de la violencia, debemos ir pues de nuevo a las escuelas, dónde se nos recuerde la importancia del buen uso del mismo. Eduquemos en el lenguaje de la paz.
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