sábado, 18 de abril de 2015

Cuando dejas de ser tú



Desde la infancia buscamos la aceptación y el agrado de los demás, hacemos cosas siempre pensando en los otros.

Maslow, Psicólogo Humanista, explicaba que el hombre busca un camino a su autorrealización, cubrir una serie de necesidades básicas (necesidades biológicas y de seguridad) y necesidades secundarias (de aceptación social, de autoestima y de autorrealización). 

Primero debemos de tener cubiertas las primeras para proseguir hacia las últimas.




A partir de los 3 años comienza la socialización de los niños, coincidiendo hoy en día con el comienzo de su escolarización. A partir de esta edad se desarrolla el juego simbólico, es decir se juega a un juego que tiene un significado para el niño. Y para ello, los niños necesitan contar unos con los otros.

Los niños en Primaria, deben de aprender a trabajar en grupo y aquí la aceptación del otro es fundamental.
Pero trabajar en grupo no está exenta de conflictos, unos trabajan poco, otros lentos o demasiado rápidos, unos tienen mayor conocimiento y otros mayor liderazgo. Pero no tienen porque coincidir en sus preferencias para jugar o para pertenecer a un grupo en el patio.

No todos los niños son igualmente aceptados, porque no todos los niños son lo suficientemente habilidosos y estas diferencias pueden generar conflictos con los otros, bullying, aislamiento, rechazo.

Entonces podemos entender que ser distinto es sinónimo de ser no aceptado, ya que nos desviamos de la media. 

Comienza entonces una fase que continúa hasta la adolescencia, ya que es la etapa en la que entendemos que todos debemos de ser aceptados y pertenecer a un grupo, para más tarde poder aceptarnos a nosotros mismos.

Y aquí comienza el camino en el que dejamos de ser nosotros mismos para ser aceptados por los otros, pensamos que debemos vestir como ellos, que nos tienen que gustar las mismas cosas y las mismas actividades, perdiendo nuestro verdadero yo, para no entrar en conflicto con los demás.

Tenemos que hacer aquello que la sociedad espera de nosotros, lo que creemos que debemos hacer para no defraudar a nuestros padres, lo que pensamos que esperan nuestros amigos, aquello que hace que se enamoren de nosotros y que nos nos dejen, de renunciar a nuestros sueños para que los demás cumplan los suyos.

Y así, llegamos a la etapa adulta, en muchas ocasiones preguntándonos quiénes somos realmente, ya que esa necesidad de aceptación social, de evitar el conflicto con los demás, nos ha llevado a una pérdida de identidad.

Pero ser único, ser diferente, es lo que nos hace ser más atractivos a los ojos de los demás. 

Hemos invertido la pirámide, pensando que si éramos como los demás querían, seríamos mucho más valorados como personas. Pero el valor proviene de uno mismo y los demás deben de aceptarnos o no, tal y como somos, sin renunciar a nada ni a nadie.

Y así es cómo evitaremos muchos conflictos, al sentirrnos bien con nosotros mismos tenemos mayor capacidad de autocontrol emocional y por tanto, podemos gestionar mejor nuestras emociones y las emociones de los otros.

Los mensajes de la mediación contribuyen a la aceptación de uno mismo y del otro, a generar una nueva realidad.

Porque amarse a uno mismo es amar a los otros.

sábado, 11 de abril de 2015

La búsqueda de la felicidad





Desde el principio de nuestro origen el hombre siempre se ha preguntado dónde reside la verdadera felicidad.

Emprendiendo pues, una búsqueda a veces en solitario, otras en compañía, en el afán de intentar comprender el por qué de nuestra existencia.

¿La finalidad de nuestra existencia es ser felices o hacer felices a los demás?, ¿dónde reside la verdadera felicidad? ¿dónde están las claves para conseguirla?

La búsqueda de la felicidad está unida a nuestros sueños, tener mucho dinero, poder tener una casa más grande, vivir en la playa o en la montaña, tener una familia, conocer a una persona que quiera compartir mi vida, ser reconocido profesionalmente, tener una carrera universitaria, ganar un premio.

Si la felicidad va unida a mis resultados y a la valoración de los mismos, el camino es muy costoso y frustante, porque nunca llego a conseguir mis sueños, porque mis metas son largas y lejanas en el tiempo y la vida no se detiene.

Emprendemos un largo viaje a través de la misma, más sobreviviendo que viviendo, mientras esperamos que llegue la anhelada felicidad. Pero como nadie nos dijo que la vida fuera fácil, empezamos a pensar qué quizá no existió nunca, qué tal vez hemos estado siempre equivocados y qué fue un invento más social y cultura para consumir más.

Entonces pensamos que la felicidad está en los otros, en tener muchos amigos, en tener pareja, en formar una familia, dedicando todo nuestro tiempo a los demás, pero muchas veces olvidándonos de nosotros mismos, en nuestro afán de ser aceptados por los demás.

Pero la verdadera felicidad está en nosotros mismos, en nuestra actitud hacia los otros y hacia la vida, en la aceptación de nosotros mismos y de los demás, en saber qué las cosas nos pasan porque nosotros hacemos para que nos pasen, qué no hay nada escrito, qué no estamos determinados, qué nosotros elegimos diariamente nuestro camino, nuestro futuro no está escrito.

Tal vez no nos dimos cuenta, que ya habíamos logrado esa felicidad, no por tener  más cosas materiales, no por tener más éxitos laborales, sino por aceptarnos y aceptar a las personas que son importantes en nuestra vida, sin pretender cambiarlos.

Tal vez no nos dimos cuenta, que los demás nos recordarán el día que ya no estemos, por quienes hemos sido y por nuestros actos.

La Felicidad está en nosotros, es nuestra actitud, nosotros elegimos el camino.

Entender que no necesitamos ser otra persona, ni vivir de apariencias o intentar cambiar a los demás, evitaría muchas dicrepancias y conflictos con los demás, ya que la insatisfacción con nuestra vida nos produce enfrentamientos con los otros, o cuando entendemos que los demás son los que deberían de cambiar, sin que nosotros tengamos que hacer nada a cambio.

La mediación es el camino para la aceptación del otro y de uno mismo.





jueves, 2 de abril de 2015

La belleza en el infierno




Cuando las personas se enfrentan a diversos cambios a menudo les resulta difícil adaptarse a los mismos, sienten que su mundo se les desploma, que no tienen suficientes recursos para enfrentarse a la situación. En muchas ocasiones vuelven al pasado y se quedan ancladas en él, vuelven una y otra vez a la misma situación, no permitiéndoles avanzar, centrarse en el presente y pensar en el futuro de forma optimista.

El pasado es presente, piensan que los demás son culpables de muchos de sus problemas, por lo que tienen problemas con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo.

Se sienten perdidos en una inmensa soledad, piensan que nadie les escucha, que nadie les comprende y su día a día es un gran obstáculo que superar.

El pasado les atormenta porque creen aquello de "cualquier tiempo pasado fue mejor" o porque quieren olvidar algo que les pasó. Y aparecen las corazas, las armaduras de hierro, para no pensar, para no sentir, para que nadie les haga daño o porque ya nada será como antes.

Pero cuando creen que no pueden más, que ya no son capaces de avanzar, de seguir hacia adelante, cuando creen que viven un infierno, se encuentran con una pequeña luz al final de un túnel, "la belleza en el infierno".

Cuando la vida se hace camino, a pesar de todas las dificultades y ante una imposibilidad aparente, nos muestra la riqueza de la naturaleza. Quizás una gota de agua es suficiente para que la flor crezca fuerte.

Después de la tormenta, el sol brilla con fuerza, el cielo se vuelve azulado y los árboles y plantas tienen un brillo especial.

Todos y cada uno de nosotros nos enfrentamos a diversas tormentas, pero también brilla el sol para nosotros.



Cuando crees que estás solo mira a tu lado y aprecia todas las cosas y personas que tengas, no vuelvas al pasado, sigue adelante y si vuelves al mismo, que sea para aprender algo positivo de lo que te pasó. Utiliza la mirada apreciativa y sal fortalecido de esta situación. 

Aprendamos a dar la mano a los demás y dejemos que los demás nos ayuden, no tengamos miedo a crecer con los otros, siempre hay una sonrisa, una mirada, un gesto que nos indica que podemos contar con los otros.

La mediación permite expresar emociones desde la tranquilidad, hablar de aquello que pensamos pero que nunca dijimos, exponer nuestros miedos, mirar hacia atrás para entender que somos supervivientes, ya que fuimos capaces de resolver problemas, de enfrentarnos a ellos y de seguir hacia delante, pero sobre todo de mirar al presente, de construir de forma positiva, el pasado forma parte de nuestras vidas, debemos aceptar cómo hemos vivido hasta ahora, pero tenemos una gran oportunidad de construir el presente y de mirar con optimismo e ilusión nuestro futuro. 

Nosotros ante las adversidades, ante los conflictos, podemos salir fortalecidos. Por eso el conflicto es una buena oportunidad para crecer como personas y en la relación con los demás. Porque somos seres sociables, que necesitamos de los otros, para compartir nuestros momentos de felicidad.

La mediación es el mejor instrumento para sacar "la belleza en el infierno".