viernes, 18 de diciembre de 2015

La Costurera de los Corazones Rotos


Portada del libro Oficios Imposibles, un cuadro de Laínez


Dicen que en el libro de Oficios Imposibles escrito por  María José Parra y con pinturas de Carlos Láinez te transporta más allá de la imaginación a un mundo de oficios imposibles, yo no he tenido la oportunidad de leerlo, pero acabo de incorporarlo a mi lista de los Reyes Magos.

Como siempre digo, las cosas no pasan por casualidad siempre ocurren por alguna razón y en esta ocasión ocurrió en Jerez.

Viajé con un problema en la voz, preocupada por no ser capaz de transmitir emociones en las personas que aquella tarde de viernes tenían la gentileza de estar escuchándonos.

Afortunadamente, las personas tenemos esa capacidad de sacar la fuerza cuando creemos que ya no vamos a ser capaces de luchar. 

Y entonces rodeada de gente maravillosa, ¡surgen los oficios imposibles!

Me comentaron que les había recordado a la autora del libro, que incluso nos parecíamos, pero que yo era  como la costurera de los corazones rotos.

Creo que fue entonces cuando surgió de nuevo mi voz, el pensar que alguien pensara en mí como realizadora de un oficio imposible, remendar corazones rotos.

El inventor de oficios
2007
Carlos Láinez

Soy costurera porque siento lo que los demás sienten, porque me pongo en su sitio, porque pienso en las personas como grandes seres, capaces de hacer cosas extraordinarias, de introducir innovaciones, de cambiar el mundo, de hacer soñar y sentir a los demás.

Soy costurera porque vivo de las lágrimas de los otros, de su mirada esperanzada, de su carita triste y melancólica, de sus abrazos y besos o de sus palabras de agradecimiento.

Soy remendadora de corazones rotos, los cambio por escucha, por comprensión, por empatía, por abrazos o por sonrisas.



Mi oficio es imposible, porque entra dentro de lo inexplicable, de la magia de vivir y querer seguir viviendo, por comprender lo incomprensible, por aceptar lo inaceptable, por decidir seguir adelante a pesar de todas las dificultades, por tener un paraguas de arcoiris para los días grises, para sacar el sol o la luna siempre que sea necesario.

Costurera de corazones rotos al entrar y remendados al salir, a pesar de todas y cada una de las adversidades.

Sin duda esta reflexión cambió mi viaje, la forma de entender y apreciar mi trabajo, de emocionar y emocionarme.

¡Gracias Mar!

¡La mediación es un oficio imposible!







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