sábado, 27 de febrero de 2016

La aceptación y el perdón


Existen dos elementos clave para nuestro bienestar, la autoaceptación y el perdón.

Desde pequeños nos gusta agradar a los otros, somos seres sociables, por lo que necesitamos sentirnos aceptados por los demás, necesitamos sentir que pertenecemos a un grupo.

Encontrar ese grupo de pertenencia es en ocasiones complicado, requiere de nuestra parte una gran capacidad de adaptación al grupo, pero como somos seres muy diferentes, con creencias muy diversas  y gustos distintos, en ocasiones nos cuesta más adaptarnos, por lo que dejamos de ser nosotros o tratamos en todo momento de agradar a los demás, cambiando de personalidad, de comportamiento o de actitud.

En la etapa adolescente es fácil dejar de ser nosotros e intentar ser como los demás, buscamos modelos o ídolos a los que imitar, intentamos agradar a los demás, que nos acepten. Y en esa búsqueda de identidad, si pensamos que no estamos haciendo las cosas como deberíamos, comenzamos a sentirnos mal con nosotros mismos.

Muchos de nosotros en la etapa adulta arrastramos conflictos no resueltos, nuestro pasado es presente y nos sigue preocupando la aceptación y el compromiso con los otros. Nuestras relaciones de pareja, con nuestros hijos o con nuestros amigos se vuelven dependientes, buscando siempre la aceptación de los demás y el cariño de los otros.

Hemos aprendido a renunciar a nuestros intereses a defender nuestras ideas y opiniones, a renunciar a nuestros sueños a cambio de que los demás nos acepten tal y como somos.

¿Pero cómo somos?

Somos como pensamos que los demás quieren que seamos, pero no nos sentimos con la suficiente libertad para ser nosotros mismos.

Nuestro lema ha sido: "primero los demás y después yo".

Pero la clave es descubrir que todo funciona al revés, es decir " si yo estoy bien los demás estarán bien".

Pero este descubrimiento muchas veces pasa por volver al pasado para comprender cómo nuestra forma de comportarnos y que está relacionada con la forma cómo hemos entendido el mundo.

Entonces, una vez hemos vuelto al pasado y hemos entendido nuestra forma de proceder, volvemos al presente con un propósito, aprender a aceptarnos tal y como somos, sin perfeccionismos y sin autocastigos, sabiendo que somos diferentes y que ser diferentes nos convierte en seres especiales, ya que somos únicos. 

Pero para llegar a nuestra aceptación, necesitamos un segundo componente: "el perdón".







Es mucho más fácil perdonar a los otros que a nosotros mismos, es más fácil entender que los demás se equivocan, que tienen derecho a equivocarse y poder entender sus razones.

Pero el perdón a nosotros mismos es reconocer nuestras debilidades, reconocer nuestros errores, que las cosas no son muchas veces como las vemos y que debemos aceptarnos tal y como somos.

La autoaceptación y nuestro perdón nos acerca a sentirnos en paz con nosotros mismos y con el mundo, a ser libres, a expresarnos como queremos, a ser como queremos ser, siempre desde el respeto y la tolerancia a los demás, al amor incondicional.

El conflicto con los demás, muchas veces pasa por el conflicto que tenemos con nosotros mismos, la intolerancia hacia nuestro ser, se vuelve en intolerancia hacia los demás, nuestras exigencias, se vuelven en exigencias hacia los otros, nuestra falta de respeto hace que los demás no nos valoren, nuestra falta de cariño se vuelve en odio y rechazo por lo que somos y representamos.

Si queremos resolver conflictos, resolvamos primero nuestro conflicto interior, nuestros miedos, nuestras inquietudes y desde la tranquilidad y la tolerancia, veremos aquello que los demás no ven.



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