jueves, 9 de marzo de 2017

Nos hacemos pequeñitas


Si observamos el comportamiento de los niños y niñas hasta los cinco años de edad no vemos ni sentimos ninguna diferencia en su comportamiento, es a partir de los cinco cuando vamos a empezar a hablar de diferencias.

A partir de los cinco años las mujeres nos hacemos pequeñitas, empezamos actuar más que como somos o como queremos ser, como se espera culturalmente que seamos.

Dejamos de participar activamente en algunos juegos o dinámicas en las que pensamos que eso no es para nosotras, porque no somos lo suficientemente fuertes.

Los mensajes y el lenguaje negativo que recibimos de los demás durante el desarrollo de nuestra infancia es fundamental: "no sirves para nada", "para que vas a estudiar si luego no vas a poder trabajar", "no haces bien las cosas", "tú lo que tienes que hacer es encontrar a buen chico", "debes formar una familia".

Y entramos en un mundo de complejos, no somos lo suficientemente buenas, guapas, elegantes, cariñosas, trabajadoras, educadas, bien formadas.

Y buscamos modelos sociales que nos apartan de la realidad.

Cuando llegamos a la adolescencia, surgen los conflictos al no ser y saber quienes somos realmente y cuál es nuestro principal papel en la sociedad. ¡Nos hacemos pequeñitas!

Entramos en conflicto con nosotras mismas y con los demás, ya que al no aceptarnos como personas, como mujeres, acabamos estando a disgusto con el resto del mundo.

Y sentimos qué todo nos resulta complicado "eso no lo hacen las chicas", "tú no puedes, eres una chica".
¡Nos hacemos pequeñitas!

Y pasamos a la etapa adulta pensando que somos malas, qué no seremos capaces de hacer las cosas, qué nunca nos querrá nadie, ni podremos hacer aquello que soñamos. ¡Nos hacemos pequeñitas!

Pasamos a vivir justificando nuestra existencia, "qué puedo hacer yo", "soy así", seguimos teniendo problemas con los demás, porque no decimos realmente lo que queremos decir por miedo a que nos dejen, a que nuestros peores temores se cumplan, a sentirnos solos y confirmar qué es cierto que no servimos para nada. ¡Nos hacemos pequeñitas!

Nuestros límites son mentales, las diferencias las marcamos nosotras, no somos ni más ni menos, simplemente somos.

Y lejos de ser pequeñitas, somos poderosas, fuertes, luchadoras, perseverantes y capaces de conseguir todo aquello que queramos en la vida.

Cuando te sientas pequeñita, crece!


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