En el Museo de las Ciencias de Valencia, se encuentra una exposición sobre Francesco Tonucci y 50 años de Educación.
Frato, como se le conoce a través de sus dibujos, como Psicopedagogo ha defendido siempre cómo debe de ser la Educación y las ciudades Educadoras.
Si hoy en día con la introducción de las nuevas tecnologías nuestra sociedad está cambiando, la pregunta es por qué seguimos haciendo las cosas de la misma manera.
Las competencias que se nos demandan hoy en pleno siglo XXI nada tienen que ver con la forma en la que estamos educando hoy a nuestros niños, se requiere capacidad y flexibilidad para adaptación al cambio, pensamiento divergente, creatividad, capacidad de resolución de problemas, empatía y gestión emocional.
¿Son estas las materias y asignaturas qué están recibiendo?
Vamos en búsqueda del talento, ¿pero en las escuelas sabemos potenciar el mismo?
Tonucci piensa que se sigue educando a todo el mundo por igual, en lugar de buscar y potenciar las habilidades y competencias de cada uno.
Lejos de potenciar la creatividad se les enseña lo mismo y de la misma manera, ¿podemos entonces hacer uso de las Tics?, ¿educamos para el fracaso?
El juego estimula la creatividad y mejora la socialización, el juego debería llegar a las aulas, las aulas deberían ser un lugar para que los niños sean felices, un lugar para reír, bailar y emocionarse con los otros, un lugar de creación, de inventos y deberíamos aprender nosotros los adultos de los niños. Las aulas no deberían tener mesas, deberíamos estar en círculos, para que nadie sea mejor ni peor a otros y no fomentar la competitividad de los alumnos.
El profesor debería ser sólo una guía y su principal labor sería escuchar a los alumnos, en un aprendizaje continuo, basado en la retroalimentación, dónde los unos aprendemos de los otros, pero existiera el reconocimiento de los demás.
El profesor debería permitir que el niño jugase en las aulas, el aprendizaje debe de ser divertido, aprovechando la capacidad de los niños para imaginar, se debería crear, debería salir de las aulas y generar espacios de aprendizaje nuevos y espacios de debate, que fomenten la flexibilidad y adaptación al cambio.
Los niños deberían jugar en casa, con sus padres y familiares, a construir, a crear con sus propias manos, pero también con las nuevas tecnologías, llevando las mismas a las aulas y haciendo uso de ellas en casa, de forma controlada y jugando y participando de las mismas.
El niños necesita ensuciarse, caerse y hacer la croqueta, ya que esa será la mejor enseñanza de toda su vida, caemos para aprender a levantarnos.
El juego les prepararía para enfrentarse a los errores y a los fracasos y superarlos con mayor éxito y creatividad.
¡Soñar es visualizar, visualizar es crear, crear es hacer!
Los trabajos del futuro aún no se han inventado, pero nosotros educamos a todos por igual.
Tonucci introduce el concepto de Ciudad Educadora, resaltando los Derechos de la Infancia, el de la protección y el del juego.
No se trata de devolver a los niños las ciudades, pero se trata de que las ciudades piensen en los niños desde su nacimiento y tengan en cuenta lo que quieren decir, ya que los niños, como nos dice Tonucci, son ciudadanos desde el momento de su nacimiento.
La pregunta es: ¿vamos a seguir educando del mismo modo?
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