sábado, 24 de octubre de 2015
De mayor quiero ser mediadora
¡Cuando sea mayor quiero ser mediadora!
Porque no podemos soñar cosas pequeñas, porque tenemos que soñar y pensar grandes cosas.
Hay que soñar a lo grande y encontrar, escalón a escalón, el camino que nos lleve a lo más alto.
Anhelo divulgar la cultura de la paz, sueño con un mundo mejor, pienso en la importancia que tienen nuestras acciones y de cómo afectan a los demás.
Sé que el camino es duro, algunos creerán que es utopía, qué las cosas no pueden cambiar, qué las personas no cambian, qué todo es cuestión de suerte, o quizá cosa del destino.
Quiero ser mediadora porque creo en las personas, en el altruismo, en la soliralidad y la cooperación, porque si todos remamos juntos, llegaremos más lejos.
Quiero ser arquera de la palabra, quiero influir en los otros, quiero que las cosas y las personas cambien, porque yo cambio.
No es un camino fácil, algunos me dirán que estoy más cerca del Quijote y a mí eso me encanta, porque sí pienso diferente, pienso y siento el dolor de las personas. Pienso y siento la satisfacción y la felicidad de los demás.
Entiendo que me dejarán de lado, porque muchos no creerán en la mediación como herramienta y en sus bondades.
Lo cierto es que yo tampoco creo, porque para mí la mediación es mucho más, es una filosofía de vida, es una forma de entender el mundo que te rodea, es una forma de ser y estar.
Pero eso es difícil de entender, somos muchos los que estudiaremos mediación, los que hablaremos de mediar, pero sólo unos pocos seremos mediadores.
Porque la mediación sale del corazón, es totalmente emocional, nace de las emociones que tú tienes y de las que despiertas, nace del perdón a tí mismo y a los demás, nace de la necesidad de escuchar y de ser escuchado, nace de la necesidad de expresar todo lo que sientes, nace de dar un giro de 360 grados a la realidad en la que vives.
Nace de la voluntad del diálogo, de la creencia de que hablando se entiende la gente y que hay que compartir.
Nace de los sueños e ilusiones de transformar una sociedad demasiado egoísta, individualista y competitiva, capaz de sacar lo peor del ser humano.
¡No todos podremos mediar!
La mediación transciende del propio conocimiento de la mediación, va más allá, en un complejo e infinito saber y experimentar.
Sueño con familias que entiendan la importancia de las relaciones, con padres que sepan que las palabras duelen, con vecinos que comprendan que necesitamos vivir en sociedad, de niños aprendan que el respeto es clave para ser respetado.
Sueño con la aceptación de la diversidad, que lo que no es cómo tú no tiene por qué ser peor.
Pienso en organizaciones y empresas con grandes mesas de diálogo.
Sueño con reuniones entre ciudadanos y políticos, con hablar y ser escuchado.
¡De mayor quiero ser mediadora, para no tener que mediar!
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