¡Creo en las personas!
He escuchado estos días decir cosas tan bonitas que si tuviese alas volaría.
Y es que aún tenemos personas que son buenas por naturaleza.
Tecnología y emociones resultan términos aparentemente difíciles de conciliar, ante la nueva era digital y centrada en la inteligencia artificial puede parecer que hablar de emociones no tenga ningún sentido, pero nada más lejos de la realidad.
Las redes sociales se han convertido en un gran medio de expresión emocional, es cierto que para bien y para mal. Pero yo voy a referirme al buen uso de internet.
A los 14 años descubrí lo que era hablar por la radio, podía hablar largas horas de forma relajada ya que sabía que nadie me estaba viendo, sólo escuchando y sentíamos y contactábamos con personas de todo el mundo que tenían algún tipo de afinidad con nuestra forma de ser. El anonimato de la voz es parecido al anonimato de las redes hoy en día. Por aquel canal también fluían emociones, por lo que acabábamos formando reuniones con el objeto de poner cara a aquellas dulces y melodiosas voces que te transmitían numerosas emociones.
Hoy en día podemos decir que las emociones se contagian y se trasmiten por redes, no ponemos voz, algunos ponemos cara, pero lo que si que hacemos es poner el alma en la escritura.
En una sociedad que vive deprisa, la necesidad de sentirte escuchado y comprendido es fundamental para paliar la soledad del día a día.Y las redes permiten sacar nuestros sentimientos y ponerlos a disposición de aquellos que nos quieran leer.
Porque no nos ven, hablamos de lo que sentimos, porque no hemos aprendido a ponernos delante de la gente y expresar lo que sentimos, de nuevo el anonimato nos ayuda en este sentido.
Leemos y contestamos, reflexionamos y pensamos, compartimos o discrepamos, pero siempre expresamos, creamos las redes emocionales, que como las neuronas espejo, resuenan. Y esperamos que nos lean determinadas personas o les dirigimos mensajes con carga emocional, porque sentimos a través de los cables y necesitamos compartir esos sentimientos con los otros, llegamos a leer la emoción detrás de la escritura y empatizamos con aquellos que intuimos que no lo están pasando bien, o que necesitan un abrazo virtual, un sentirse querido o una carita sonriente, porque necesitamos saber que no estamos solos, que nuestra vida tiene sentido, que lo que hacemos importa, queformamos parte de una sociedad. Y lo acompañamos de emoticonos, imágenes o videos, que despierten esas emociones.
Cuando te encuentras a alguna persona en algún evento te da la sensación de conocerla desde siempre y el grado de afinidad es muy alto.
Cuando escuchas a las personas mientras les brillan los ojos y contactas con ellos a través de la mirada, las emociones se contagian.
Creo en las personas que se emocionan cuando te hablan de sus hijos, de sus parejas, de sus amigos, de sus clientes y de sus obras sociales.
Y me maravillo ante aquellos que ponen sus emociones al servicio de los demás, que aspiran a ver la sonrisa de un niño cuando da un juguete para aquel que no lo tiene, que tiene una frase de acogida para quién lo necesita, que tiene un plato de comida demás, quien acepta al otro sin importarle su pasado, quien proporciona calor en los últimos momentos de una vida y esto me devuelve la ilusión de creer en las personas.
Las emociones se contagian y la mediación pone las bases para que sea posible.
Maravilloso artículo. Enhorabuena !
ResponderEliminarMuchas gracias, un abrazo virtual!
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